Cohen’s Heartwarming Rescue Story

Todo empezó un día cualquiera. Mi amiga estaba quitando archivos cuando oyó a un compañero de trabajo gritar: "¡Rápido, vengan a ayudar! ¡Miren aquí!". Corrió y vio a un gato callejero herido, acurrucado junto a la acera. Mi amiga lloró de inmediato: el gatito era apenas del tamaño de una palma, acurrucado en el césped cerca de una calle estrecha. Seguramente tenía una pata lastimada; temblaba cada vez que se movía, pero aun así levantaba la cabeza para mirar a los transeúntes. Sus ojos eran tan brillantes, como si estuviera rogando por un hogar. Todos entramos en pánico, desconsolados y preocupados por no poder ayudar. Nos agachamos lentamente, le hablamos suavemente y lo metimos con cuidado en una caja de cartón. Más tarde, nos dimos cuenta de que se había tropezado y se había lastimado la pata corriendo. Desde ese momento, su recuperación dependía totalmente de nosotros.

Gato Callejero,Kucing Liar

Salvarlo no fue fácil, pero nunca perdimos la esperanza. Ese mismo día, agarré la caja y corrí al hospital veterinario más cercano. Los veterinarios lo revisaron cuidadosamente y dijeron que, además de la lesión en la pata, tenía pequeños rasguños que requerían tratamiento inmediato. Por suerte, mi empresa tenía un fondo de caridad, así que solicité el medicamento de inmediato, cubrimos los gastos y el tratamiento comenzó ese mismo día. Al verlo sentarse tranquilamente en la sala de reconocimiento, gimiendo de dolor pero sin intentar arañar a nadie, pensé: "Tenemos que curar a este pequeño".

Gracias a los cuidados de los veterinarios y a que viajábamos a diario con golosinas para gatos, se recuperó después de cuatro o cinco días. Su cola, que antes solía estar caída, comenzó a balancearse suavemente. Cuando llegamos, empujaba los barrotes de la jaula para rozarnos las manos. Pero sabía que el sanatorio y mi entorno no eran permanentes. Se merecía un hogar de verdad.

Encontrar un adoptante fue más difícil de lo esperado. Publicábamos actualizaciones en WeChat Moments y plataformas de adopción de mascotas: compartíamos la historia de Cohen, enviábamos fotos de su recuperación y revisábamos las respuestas a diario. Una semana después, una mujer me envió un mensaje. Me dijo que ya tenía un gato y que quería un compañero, y la historia de Cohen le conmovió. Charlamos un par de veces y visitó el hospital. El pequeño no era nada tímido; se acercó y le rozó la palma con la pata.

Más tarde, Cohen se fue a casa con su nueva familia y recibió un nombre monísimo: Yumi. Ahora Yumi está completamente curada. Su nueva madre me envía vídeos a veces; lo veréis acurrucado en el sofá con el otro gato, tomando el sol o jugando con un plumero por la casa. Su barriga es redonda y regordeta, viviendo la vida de verdad. ¿Viendo lo feliz que está ahora? Todo ese esfuerzo ha valido la pena.

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